miércoles, noviembre 01, 2006
¡Mujer, mujer, supérate!
La puedo ayudar en algo?”, pregunta atento el vendedor de la librería. Pero la mujer, que ya escuchó muchas veces esa fórmula, no se hace ilusiones y se encamina directamente hacia la mesa de novedades: prefiere depositar su confianza –su desesperación– en alguno de los libros que integran el sector de autoayuda. Que vaya tranquila; si no encuentra palabras para definir su dolor, lo hará alguno de los quinientos títulos disponibles, expertos en darle forma, dividirlo en pasos, deconstruirlo a fuerza de consejos e instrucciones. Ante el autismo de los confesionarios, la lentitud y el presupuesto de la terapia, ante la falta de paciencia de todas las charlas, un libro sigue sobresaliendo gracias a dos cualidades: discreción y autoridad. Si está escrito, tiene que ser cierto. Además, el género de la autoayuda satisface dos reclamos del consumidor: un regreso a las soluciones mágicas que nos quitó la ciencia, y una gestión eficaz, respuesta rápida, sabiduría en kit. Si uno no surte el efecto deseado, habrá otro que lo consiga; la belleza nos espera. Algunos libros fueron escritos para ti, otros no, ya lo decía Borges. Este sector de la librería tan lejano a la literatura recibe, al menos, diez novedades por mes y siempre logra ubicar alguno de sus títulos en la lista de best-sellers. Los autores reconocidos gozan de una devoción que antes tuvieron los santos: desde Osho a los maestros de un sufismo reciclado; aun los acusados de plagio –Coelho y Bucay– mantienen su predicamento incólume. Actualmente, por ejemplo, un libro titulado La sabiduría recobrada tiene como argumento de venta una faja publicitaria que advierte: “Leé el libro original. Este es el libro que motivó la acusación de plagio contra Bucay”. El resto de los autores ignotos, que en general no vienen de ninguna rama del saber, basa su credibilidad, en todo caso, en haberse caído de alguna rama, haber pasado por una experiencia tremenda y reveladora: primero sufrieron, luego hallaron el sendero y ahora lo comparten con los lectores peregrinos.
Como si cada etapa de la vida pudiera armarse con artes de bricolage, los libros divulgan el “cómo” y prometen el “cuándo”: cómo lograr un orgasmo múltiple, cómo sentirse plena después de los cuarenta, cómo aprender a decir ¡no! en noventa y nueve pasos, cómo conseguir un hombre inteligente, bueno y solvente que te quiera, cómo no extrañarlo cuando se vaya. Responden a dilemas tan viejos como el mundo, a los que trae este siglo y también a otros que seguramente todavía la mayoría desconoce: Cómo convivir con un niño índigo entrena a las madres a auscultar en clave de fenómeno a los propios hijos. Remedios caseros de la A a la Z, basado en la premisa de que las enfermedades pueden ser expresión de un desequilibrio del alma, retorna sin escalas a opciones que parecían demolidas. El Bienestar sin esfuerzo enseña una especie de gimnasia fácil y sencilla para el espíritu.
La mujer que entró hace un rato todavía no se decide. Al principio le había llamado la atención un libro titulado Sin pareja y feliz. Cómo pasarlo en grande sin la otra mitad, pero ahora se siente convocada por otro un tanto más explícito: El gran orgasmo. Cómo tener orgasmos, cómo provocarlos y cómo hacer que sigan viniendo. Mientras ella se toma un tiempo para elegir por dónde comenzará a mejorar su estilo de vida, la (esquizofrénica) colección de libros va delineando ante sus ojos las siluetas de la mujer feliz y el hombre exitoso. En fin, la de la pareja perfecta, los padres ideales, los ancianos sabios, sexualmente activos y siempre saludables.
Autoayuda unisex
Los libros que apuntan a la autosuperación son herederos de los hoy perimidos manuales de estilo, de buenas costumbres, del savoir faire. Aquéllos fueron redactados principalmente en Inglaterra en la última mitad del siglo XIX con un fin si no iluminista, al menos sí integrador, unificador. Los libros que enseñaban a comportarse en público divulgaban una serie de normas sociales imprescindibles para la convivencia entre la población urbana y los recién llegados, inmigrantes, nueva población de obreros, ex campesinos. Hacer lo que es correcto para el resto, en todos los órdenes de la vida, era y es el reaseguro de la felicidad. Al siglo XX le pertenecen las obras sobre cómo hacer lo debido para un matrimonio perfecto, para controlar las trampas de la propia psiquis y para triunfar en el área de los negocios. Las técnicas para lograr eficacia aparecieron a fines de la década del 40 y estaban dirigidas a un lector masculino que debía entrenarse para vender más, argumentar y convencer, perder la timidez, ganar dinero. Eran libros de instrucciones para el padre de familia sostén de su hogar, sin mayor preparación, obligado de pronto a lanzarse al mercado aún virgen en materia de servicios, relaciones públicas, el arte de las finanzas. A esta etapa corresponde la pionera serie del americano Dale Carnegie, donde se destacan los aún exitosos Cómo ganar amigos e influir sobre las personas y Cómo suprimir las preocupaciones y disfrutar de la vida. Los recursos estilísticos de las obras de este gurú del marketing siguen presentes en las propuestas más nuevas. Nada ha cambiado; en todo caso, las viejas recetas aparecen ahora tamizadas por un lenguaje salpicado de ángeles, feng shui y algunos chakras. Según las ventas registradas en las librerías más importantes de Buenos Aires, los hombres siguen siendo consumidores de este tipo de manuales a los que les suman ahora los de superación espiritual. Siempre y cuando el éxito se encuentre en el destino final de todas las reflexiones. Incluso en los casos en los que la mujer es la que tiene la iniciativa de compra, los varones comparten la lectura sin prejuicios.
Hace unos cuantos años, con la presencia mayoritaria de mujeres consumidoras, la oferta tomó un carácter unisex para luego dedicarse a ellas apasionadamente. Hombres y mujeres coinciden en algo: la necesidad imperiosa de morigerar la angustia. Ambos están parados sobre las arenas movedizas de este mundo sin familia, ni trabajo, ni identidad, ni vocaciones estables. El deseo de apuntalar la autoestima y sobreponerse a las agresiones de los otros no tiene distinción de sexo. Los hombres compran, las mujeres también. Los libros circulan entre los miembros de familia y el mayor argumento de venta es una buena recomendación hecha por una amiga/o. La mayor parte de los textos apunta con alegorías, testimonios o ejercicios de respiración a lograr sentirse bien con uno mismo. En el punto opuesto a todo ímpetu revolucionario, los sabios de la new age le hablan al “tú” y le enseñan a desviar la mirada hacia las propias vísceras. Porque “cuando conectamos con la quietud interna, vamos más allá de nuestras ajetreadas mentes y emociones, para descubrir grandes profundidades de paz duradera, alegría y serenidad”. Se han evaporado los grandes relatos y, por lo tanto, ya no hay críticas virulentas ni referencias a la construcción de un futuro mejor. En este paisaje se explica el éxito mundial de un título como El poder del ahora y de su reciente secuela El silencio habla, ambos asentados en la premisa de que “existe otra realidad, una realidad más plena y dichosa a la que usted puede acceder... simplemente despertando su otro yo. Reconocer y aceptar la guía de ese yo sagrado le permitirá situarse por encima de las dificultades cotidianas, no para desdeñarlas sino más bien para abordarlas en sus justas proporciones; además, le permitirá irradiar esa recuperada lucidez, de modo que podrá transmitirla a otros”. Una coincidencia: todos los autores advierten que cada vez que dicen “realidad” se refieren a una imagen interior, y cuando dicen Dios se refieren al que el lector considere como tal. Esta amplitud de conceptos que barre con fundamentalismos, con el punto de vista y con los ideales, deviene, a pesar de su carácter vago y de su tono siempre esotérico, tabla de salvación para muchas personas. Cerrar los ojos para ver, aislarse para acercarse, parece ser la consigna de esta propuesta en materia de relaciones humanas.
En materia de sexo, el otro tópico donde los textos les hablan a hombres y mujeres es, justamente, el sexo: la sexualidad entendida como búsqueda de un placer sin límites merecido y demorado por siglos. En este plano, sí se da cabida a un discurso reivindicatorio de derechos y de búsqueda agresiva de cambio. Manos a la obra, el deseo y el placer se descomponen en partes. Sexo aquí es igual a un punteo de acciones, posturas, ingestas afrodisíacas, cambios de hábitos, puntos clave donde tocar. Los libros dan vueltas sobre el viejo Kamasutra –hace poco se agregó a la saga un kamasutra especial para gays– ya que autoayuda en materia sexual consiste en aprender a combinar ingredientes fisiológicos hasta dar con el plato ideal. La palabra orgasmo también es la favorita: “Aquí encontrará las diez maneras distintas que tienen las mujeres y las siete maneras que tienen los hombres de alcanzar el orgasmo. Consejos para controlar el ritmo y la frecuencia de los orgasmos. Ejercicios para aumentar la sensibilidad y sugerencias para las mujeres que nunca lo han alcanzado para que exploren su cuerpo y practiquen en privado”. Una vez convertido en derecho, el orgasmo femenino pasa a ser un desafío para la masculinidad que se apresta a disfrutarlo, provocarlo hasta el cansancio a través de otra exigencia más: el sexo tántrico.
Una pareja se acerca a la mesa de autoayuda. Mientras ella se lleva Por qué limitarse a soñarlo, todo lo que las mujeres quieren saber sobre el sexo, él va a tener que adentrase en Tantra. La iniciación de un occidental al amor absoluto o Tantra. Sexo pleno.
Identikit de la mujer feliz en tres pasos:
¡Chicas!
Lo último en el mercado editorial es el descubrimiento de la consumidora adolescente. Para ella la promesa es ésta: “Chicas es el nombre de la colección de novelas y manuales de instrucciones más divertidos, escritos en mordaz clave femenina. El tímido, el serio, el guaperas, el feo-pero-simpático, el guapo-pero-cretino, el rompecorazones, el deportista, etcétera. He aquí un muestrario para todos los gustos de estas extrañas criaturas que son los chicos. Desde el primer encuentro hasta el flechazo inevitable, desde el ligoteo hasta las rupturas, todo lo que tenéis que conocer sobre su comportamiento, tanto solos como en grupo”. Son libros coleccionables de tapas color chicle de frutilla que orientan a las nuevas lectoras para que sean menos problemáticas con los pobres padres y maestros, capaces de conquistarse a los mejores chicos sin morirse jamás de envidia por el éxito de sus amigas más lindas. Esta serie española se destaca por no haberse cuidado de evitar palabras como “ligoteo” y “coñazo”, que afortunadamente los hacen prácticamente indescifrables.
Pero hay más autoayuda de color rosa: acaba de aparecer un libro a cargo de una autora que dice saber sobre adolescentes gracias, sobre todo, a que le tocó convivir con la hija de su marido. Así que en el primer capítulo explica a las chicas cómo hay que comportarse cuando uno se queda a dormir en la casa de una amiga –aquí se aconseja llevar cepillo de dientes, comer lo que le dieren y no ponerse a saltar sobre los sillones–. Luego de tratar a su lectora como una recién llegada al planeta, le da pistas para lo único que les importa a las autoras: conquistar a un chico difícil. Más adelante le presenta una serie de anticonceptivos –el preservativo aparece como última opción sin hacer hincapié en que es el método que previene de enfermedades de transmisión sexual–, para culminar con un capítulo donde aconseja que si ha quedado embarazada, se lo comunique a su novio, a ver si él quiere hacerse responsable, luego, sin que pasen dos días, a sus padres, y luego de tener el bebé que intente continuar con sus estudios, que siempre son tan importantes.
Pero esto recién empieza. Una vez pasada la adolescencia puede aparecer Tamara Di Tella para esculpir cuerpo y alma. Hay que estar firmes y saludables. Para eso, una serie de libritos pequeños con unos 200 “tips” –frases incoherentes– se presentan como pequeños aparatos de Pilates para el alma, de los que vale adelantar algunas de sus máximas: “Las 3 palabras más inteligentes son: no quiero más”, “Las 2 palabras más inteligentes son: sin sal”. Son títulos siempre exclamativos, que adelantan lo escueto del mensaje mientras arengan como un personal trainer: ¡Adelgaza ya!, ¡Basta de celulitis!, ¡Tu pelo!
Pero el cuerpo no es todo. Está en plena juventud. A partir de aquí, la mujer feliz tiene variadas preocupaciones: aprender a cazar, conservar y olvidarse de los hombres, atreverse a tener hijos y también a no tenerlos, estimular a su bebé –aquí se destaca especialmente El efecto Mozart para niños–, sobrevivir a un divorcio, explicarles el divorcio a los chicos, ser sexualmente feliz, convivir con adolescentes problemáticos, ser ejecutiva y sensible, mantenerse joven, alegrarse frente al espejo al rencontrarse después de todo este ajetreo, cuando llegue la madurez.
Siempre mamá
Tal vez el único tópico que equipara al número de libros dedicados al placer sexual sea el de los que le hablan a “la mamá”. Desde el embarazo, pasando por los diferentes modelos de parto, la madre tiene una serie de libros ayudantes que no la van a dejar tranquila hasta que sus hijos se hayan ido de casa. Primero, la ayudan a elegirle el nombre develándole los significados históricos u ocultos en clave de numerología; luego, la ayudan a hablarle con mensajes de amor: Las 100 promesas para mi bebé es un reciente libro de Mallika Chopra que lleva prólogo del mismo Chopra. Están disponibles El Feng Shui para el bebé, 101 maneras de calmar un bebé, Cómo ayudar a su hijo con sobrepeso, Estrategias para padres desesperados, 55 reglas para educar a los más jóvenes, y toda una colección para primerizos con soluciones prácticas al llanto, los dolores, el insomnio. Algunos libros, como ¿Realmente quiero tener hijos?, si bien no se escapan de los límites del género, cuentan con el mérito de poner al alcance gran parte de los mitos y respuestas del sentido común ante una pregunta que raramente se formula antes de tomar esa decisión.
Usuaria de hombres
Alguien ha dicho que una buena prueba de que los libros de autoayuda no sirven es la cantidad de libros de autoayuda que siguen apareciendo. Es probable, sobre todo si se juzga la cantidad de libros que transmiten mensajes idénticos. Esta sección del identikit le grita en todos los idiomas a la mujer que, por favor, deje de pensar en los hombres, deje de depender de su mirada y empiece a pensar en el placer de ser ella sin necesidad del otro. Estos libros son geniales para resumir sus mensajes a través de los títulos: Atrévete a ser tú misma, porque sólo así podrá conseguir que el hombre que busca se fije en ella. Después de sucesivas operaciones frustradas con el género masculino, confiesa la autora del Manual de la usuaria de hombres, descubrió que algo estaba haciendo mal. A partir de entonces convierte sus errores en técnicas para “usufructuar” al objeto masculino reiterando (sin caer en la elegancia) los más perimidos clichés que ni el machismo se atreve a recordar hoy. Muchos libros, como éste, se pliegan con pretendido humor a cumplir con un deseo que deja a las “usuarias” más insatisfechas que al principio: explican dónde hallar hombres, cómo engañarlos, manipularlos y abandonarlos para volver a empezar el juego. El modelo de mujer que usa al varón como objeto de descarga sexual, porque está de vuelta, propone también la celebración de la soltería. Muchos libros se dedican a enumerar las ventajas –se destaca como una de las más importantes el manejo irrestricto del control remoto— y dar ideas para disfrutar el nuevo estado. Aunque indefectiblemente todos terminan con un capítulo donde se nos revela que sólo después de sufrido lo sufrido y luego de haber hecho como si no lo hubiéramos sufrido, estamos más aptas para encontrar un hombre que valga la pena.
La mujer solitaria no se ha podido decidir y por eso carga con una pila de libros hasta la caja. Después de todo, el identikit de la mujer feliz la persigue como una madrastra. Desde la adolescencia hasta que alcance la tercera edad tendrá que autoayudarse. Antes de pagar la cuenta, descubre un título prometedor: Aprende a pensar por ti mismo, de Edward de Bono. Y también se lo lleva. Tal vez, al cabo de la lectura la vida vuelva a empezar.
Liliana Viola
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