A Kim Peek le llevó poco más de una hora leer "La caza del octubre rojo" de Tom Clancy. Cuatro meses después, cuando le preguntaron si recordaba el nombre del operador de radio ruso del libro, Peek reprodujo todo el fragmento relevante en el que se hacía referencia al personaje.
Evidentemente, se trata de un hecho prodigioso. Sin embargo, para Peek —el "sabio" de la vida real en el que se basó el personaje de Dustin Hoffman en la película "Rain Man" — recordar algo de esta envergadura no significa más que un pantallazo de sus poderes. Para él es normal ya que sabe 9.000 libros de memoria. Puede darle indicaciones a la gente para que se ubique en diferentes ciudades de EE.UU. en base a mapas que memorizó hace años. Y recuerda perfectamente las fechas de todos los acontecimientos mundiales importantes.
Pero ahora hay más datos para agregar al prodigio de la memoria de Peek. Su cerebro puede ser la puerta que sirva para develar los misterios de la mente. Sucede que, actualmente, los científicos utilizan los estudios sobre las facultades de Peek para arrojar luz sobre la mente humana y abrir el camino para que la gente explote más su potencial intelectual.
Al menos, esto es lo que revela el último número de la publicación Scientific American.
"La historia de Kim nos revela que el cerebro humano es mucho más flexible de lo que pensábamos", dijo Darold Treffert, médico psiquiatra y uno de los autores del documento publicado por Scientific American.
"Como muchos otros sabios, sufrió una discapacidad en una zona de su cerebro, pero la compensó adquiriendo nuevas capacidades poco frecuentes en otras áreas. Esto demuestra que todos nosotros tenemos un potencial intelectual oculto. Al estudiar a Kim y otros sabios, podemos aprender a descubrir esos poderes", explicó el científico en la revista especializada.
Para profundizar y completar este estudio está colaborando la NASA. Desde la agencia espacial estadounidense se están llevando a cabo escaneos electrónicos del cerebro de Peek para intentar entender cómo usan los astronautas sus cerebros en el espacio.
Kim Peek, de 54 años de edad, nació con una deformidad en el cerebelo, en la base de su cerebro, y no tiene cuerpo calloso, el manojo grueso de nervios que normalmente conectan los dos hemisferios del cerebro.
De chico, se suponía que sufría un retraso mental grave. Recién después de mucho tiempo se descubrió que su condición era mucho más compleja. Tenía capacidades superlativas para la aritmética, pero no podía resolver las abstracciones de las matemáticas. En 1988, le adjudicaron un coeficiente intelectual de 87, muy por debajo del promedio. Sin embargo, algunos de sus resultados parciales se enmarcaban en el rango de la genialidad.
Peek tiene una mala coordinación física, pero una considerable capacidad de memoria, y en los últimos dos años logró convertirse en un pianista consagrado. Este último progreso —en un hombre de cincuenta y tantos años al que le faltan fragmentos importantes del cerebro— es particularmente importante, agregó Treffert.
Una clave para entender el estado de Kim es que sus hemisferios cerebrales derecho e izquierdo no están conectados. Nuestro cerebro izquierdo, donde se centra nuestra destreza lingüística, tiende a dominar nuestro cerebro derecho. Sin embargo, esto no fue lo que sucedió en el caso de Kim, lo que sugiere la posibilidad de que su cerebro derecho haya podido desarrollarse libremente.
Peek manifiesta poco interés personal en la gente más allá de los detalles aritméticos de su vida. En una conversación telefónica a su casa en Salt Lake City la semana pasada, me preguntó por mi cumpleaños. Cuando se lo dije, reaccionó con una frase. "Ah, nació un domingo", dijo, sin equivocarse. "Es como bajar datos a un disco rígido", dijo su padre, Fran, "excepto que el suyo nunca colapsa".
Diario Clarin / Argentina 2005
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