Diez consejos para sobrevivir en esta sociedad de metrosexualidad y obsesión por la limpieza:
1) Si usted considera que el lavado de manos posterior a la ida al baño o el juego con su mascota (o una mascota callejera) o el cambio de piedritas sanitarias es OPCIONAL, puede rechazar a las fuerzas del “qué dirán” abriendo la canilla y haciendo la mímica de que se lava las manos. Es probable que en el proceso –sobre todo si es un baño público, hay gente muy cerca y debe acercar las manos al chorro excesivamente - alguna gotita de agua lo salpique. Esto último no es grave y tiene un premio: el placentero secado con el secamanos de aire caliente.
2) Todos hemos pasado por esto: hemos tomado una medialuna o una empanada salteña o el último pedazo de pollo de la heladera y no hay ni una servilleta a menos de tres metros de distancia. Caminar hasta ésta última supone una enorme pérdida de tiempo y la posibilidad de que en el camino uno se distraiga – por ejemplo, pensando en lo que le tendría que haberle contestado al taxista ese tan facho que lo transportó hace quince días - y se olvide de limpiarse. Esto no sería tan grave, pero probablemente en el transcurso del día tenga que tocar algo o a alguien y existe una fuerte campaña de prejuicios sociales contra las manchas de grasa.
A no desesperar: En el interior de los bolsillos de sus pantalones existe un territorio virgen e invisible a la sociedad. Es como llevar una servilleta perpetua pegada al cuerpo. Use esta cavidad sin problemas para limpiar restos de Big Mac, mayonesa, churros, salsa bolognesa y en general cualquier sustancia – y me refiero a cualquiera, provenga de donde provenga – que usted se vea impedido a limpiarse con el frente de su camisa nueva.
3) Otras cosas para limpiarse en estas emergencias: la parte de abajo del escritorio, un archivo de excel olvidado en la impresora, el tapizado de la silla, el pelo (el propio en lo posible), el lomo de nuestra mascota, el teclado de la computadora, el colorido mantelito apoyado en la bandeja del fast food, cualquier zona corporal oculta al público (se recomienda discreción) y de última la parte posterior de nuestra ropa. En el peor de los casos la gente creerá que nos hemos apoyado en algo inadvertidamente.
4) La otra opción es limpiarse una mano con otra, una y otra vez, hasta que de algún modo el elemento contaminante se disuelve en el aire (esto está probado científicamente). Este método puede aplicarse incluso luego de estornudar de forma demasiado pletórica. No se recomienda, sin embargo, su aplicación a otras sustancias corporales.
5) Como todos sabemos, bañarse todos los días es un engorro completo. Por supuesto, bañarse todos los días en invierno es sencillamente un despropósito (el período recomendado para el invierno es día por medio, o tres si realmente hace mucho frío o está nublado). A esta altura del partido sabrá que la sociedad no entiende esto tan sencillo. Sin embargo, mojándose el pelo antes de salir de casa (o en el baño de la oficina, antes de cruzarse con sus compañeros) logrará un instantáneo “efecto recién bañado”.
6) Por otra parte, luego de varios días sin bañarse el pelo empieza a tomar un aspecto grasoso natural, que con un poco de actuación – por ejemplo, quejándose de lo fría que salía hoy el agua de la ducha – puede simular humedad. Si sus compañeros de oficina o familiares cercanos no se dejan engañar, recuerde que el lugar más fácil de ocultar un libro es una bibilioteca y agregue una gruesa capa de gel para el pelo a su “gel natural”.
7) Recuerde que “más oscuro es mejor” y apréndase esta tabla: Las medias blancas sólo pueden usarse un día; las beige o grises dos días seguidos; las marrones o azules tres días; las negras pueden aguantar hasta cuatro días, a menos que sea invierno, donde la cosa queda a su libre albedrío. En cuanto a la ropa interior, puede declararse zona franca, a menos que le de gran importancia a la vida en pareja (otra vez el temita de la presión social).
8) Probablemente usted tenga problemas para tomar una actitud proactiva frente una mancha en su ropa. Me refiero a que tal vez identifique, por ejemplo, que tiene una enorme mancha grisácea en medio de la chomba, pero no se le ocurra que tiene que hacer algo frente a ella. Esto es normal y refleja un gran desprecio por las apariencias mundanas. Sin embargo, para evitar la censura social, apele al sistema de “capas”. Tape la mancha de la camisa con un pulóver; Si el pulóver está manchado, déjese la campera puesta y finja que está engripado. Este sistema puede ser algo fastidioso en verano, pero si sus prendas son lo suficientemente impermeables tampoco necesitará usar desodorante, permaneciendo su olor natural herméticamente encerrado dentro de la indumentaria.
9) Nada de usar excesivo desodorante, que deschava más que cualquier otra cosa. Recuerde el truco del árbol y el bosque y pídase una tarta de cebollas. Deje la mitad y consérvela cerca suyo: su propio aroma se verá disimulado por el de la tarta y por lo menos recibirá el beneficio de la duda. (Sólo tenga cuidado al limpiarse releyendo los puntos 2, 3 y 4)
10) Por último, cuando todo está perdido , recuerde por otra parte que un fuerte e intenso olor corporal refleja una vida hormonal saludable y juvenil, y refriégueselo en la cara – metafóricamente hablando - a sus asépticos e inodoros prójimos llenos de espíritu crítico.
Podeti / Yo contra el mundo / Diario Clarin 2006
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