lunes, octubre 30, 2006

Yo me arrepiento de ser actor

En los días de gloria de la serie Blanco y negro (Diff’rent Strokes), Gary Coleman fue una estrella exitosísima, al punto de que se calcula que llegó a facturar 18 millones de dólares sólo por su participación en el programa. Si fue así, bien merecido lo tenía: la gracia de Coleman era la que le daba brillo a la historia de dos hermanitos negros adoptados por un ricachón blanco, que además tenía una hija. Todo el mundo repetía la frase “¿De qué estás hablando, Willis?”, latiguillo de Arnold Jackson, el personaje de Coleman. Pero si el actor fue un pequeño rey de la comedia entre 1978 y 1986, su historia fuera de cámaras se pareció mucho más a una tragedia. Su aspecto infantil hasta bien entrada su adolescencia (nunca sobrepasó el 1,42 metro de estatura) se debía a la nefritis, una afección en los riñones por la que precisó dos trasplantes y someterse a diálisis durante toda su vida. Más tarde, le hizo juicio a sus padres por haberse apropiado de lo que él ganaba, tuvo algunos problemas con la ley y estuvo en bancarrota. Tal vez por una combinación de todo eso, además de que sufrió la fama y se hartó del trabajo en televisión, en sus palabras late el resentimiento cuando habla por su celular con Página/12. Y aunque haya sido contratado por el canal Nickelodeon para hablar de la reposición de Blanco y negro en el bloque Nick at Nite (ver aparte), se hace evidente que la herida abierta en aquellos años todavía no ha cicatrizado. Y es probable que eso no suceda nunca.

–¿Cuál es su mejor recuerdo de Blanco y negro?
–El final, el último episodio. El 16 de febrero de 1986.
–...
–Lamento no haber tenido el conocimiento y la información para poder decidir adecuadamente si quería o no ser parte del programa. Si tuviera una máquina del tiempo, iría al momento en que tenía 7 u 8 años, y me aseguraría de no cometer otra vez el mismo error.
–Entonces, ¿qué le provoca el hecho de que veinte años después de su cancelación, todavía haya interés en Blanco y negro y que se siga pasando en todo el mundo?
–Tengo que decirle que solamente fuera de Estados Unidos hay interés en Blanco y negro, lo cual es bueno para mí porque intento continuar con mi carrera aquí. Y supongo que si hay gente interesada en programas de hace veinte años, que no son relevantes en la era de Internet, hay que satisfacer a ese público.
–¿Está arrepentido de alguno de los pasos que dio en su carrera actoral?
–Absolutamente. No sería un ser humano con emociones si no tuviera cosas de las que arrepentirme. Estoy arrepentido de cosas pequeñas y grandes. Y mi mayor arrepentimiento siempre será el de ser actor, aunque amo la profesión, y he conocido a gente muy interesante y hecho cosas copadas. Pero no sé si eso es suficiente a cambio del sacrificio, la falta de privacidad y de oportunidades. Cuando sos un actor, sos bajo, negro e inteligente, no hay demasiado para vos en el mundo de la tevé. Así que tuve que diversificarme, hacer otras cosas para tener un ingreso. Pero es lo lógico para cualquier persona: cada uno tiene que saber cuidarse y ser responsable de sí mismo. ¿Qué clase de persona sería si no hiciera eso, a pesar del hecho de que todos quieren ponerme en un pedestal?
–Usted no disfruta de estar en un pedestal.
–Nunca lo he disfrutado. No me gustan las palabras “leyenda”, “icono” o “héroe”. Mi pasado tiene la misma relevancia que un Ford T. Me gusta vivir el presente y mantener a la gente en el presente, porque es el único modo en el que voy a poder ganar algo de dinero.
–Pero muchas personas deben acercársele para pedirle que diga “¿De qué estás hablando, Willis?”
–Cuando sucede, las ignoro completamente. Es como si me dijeran algún nombre idiota en público: simplemente las ignoro y sigo adelante.
–A pesar de que está arrepentido de ser actor, usted sigue adelante. ¿Qué clase de papeles le gustaría interpretar?
–Si tuviera el tamaño y la edad, actuaría en programas o películas de aventuras o ciencia ficción, pero no doy el physique du rol. Los actores somos como figuritas: nos intercambian, nos eligen, nos venden... Así funciona el negocio.
–¿Está en contacto con alguno de sus ex compañeros de Blanco y negro?
–Eso es para la gente nostálgica. No hay demasiados actores que sean amigos de sus colegas. Somos profesionales y trabajamos juntos, pero al final del día, cada uno se va a su casa a ver a su familia.
–Hace poco el canal VH1 lo nombró la más grande estrella infantil. ¿Qué piensa de eso?
–Creo que es una especie de cosa que hicieron para sí mismos y su público, para servir a sus necesidades, pero no a las mías.
–¿Cree que eso va contra su idea de seguir su carrera como actor?
–Absolutamente. Tengo 38 años, estoy a punto de tener canas, no tengo tiempo para tonterías. Y nadie quiere representar a la gente de baja estatura que trabaja, vive, tiene familia, hijos, crece y muere. Pero nadie quiere mostrar a esa gente por televisión, así que tengo al menos tres o cuatro otras cosas que puedo hacer en mi vida.
–En un momento tuvo una columna en una página Web...
–Sí, en un sitio llamado ugo.com, que aún existe y es muy bueno. Ahora estoy trabajando en video games (pueden verse en www.postal2.com) y fabrico trenes a escala. Y puse mi voz en comerciales y dibujos animados.
–Entre otros, en Los Simpson. ¿Disfruta de esas apariciones especiales?
–La de Los Simpson es la menos favorita, porque estaba contratado y tuve que hacer algo con lo que estaba completamente en contra. Y me prometí a mí mismo y al público que no volvería a hacer algo así.
–¿Le resultó difícil tener que llevar a juicio a sus propios padres?
–No, para nada, porque si usted decide robar es a un extraño. No porque tengan el título de padres pueden negar el hecho de que pueden ser ladrones. Si robás, tenés que pagar o vas a la cárcel, no importa cuál sea tu título. No importa si sos dios, presidente, padre, hermano, hermana, amigo, pariente. Punto final. No hay distinción para mí.
–Usted se presentó como candidato a gobernador en la última elección de California y terminó octavo entre 135 participantes.
–Eso fue bueno, porque parte de mi mensaje llegó a destino. Pero nunca voy a lograr que llegue igual que el de los otros políticos. Lo que me interesa es asegurarme de que la gente que vota para conseguir lo que necesita sea respetada. Pero eso nunca sucederá en la política, por eso es que no volveré a involucrarme.
–¿Por qué aceptó ser candidato?
–Porque en California los impuestos son demasiado altos, el costo de vida es demasiado alto, no podés comprar una casa... Muy pocos tienen demasiado y muchos tienen demasiado poco.
–Igual, usted fue un candidato inusual, porque no hizo campaña y dijo que votaría por Arnold Schwarzzenegger.
–Voté por él porque era la única opción entre 135 no-candidatos que se presentaron. El era el único calificado, nadie más.
–¿No es una paradoja que haya perdido la elección a manos de un tipo llamado Arnold?
–(Seco) No.
–La fama le ha traído problemas, como cuando una supuesta fan le hizo juicio tras una pelea por un autógrafo. ¿Cuál es su punto de vista sobre la cultura de la celebridad?
–Que no debería existir. Lo nuestro es un trabajo, igual que ser pintor o presidente. Y deberíamos ser tratados como cualquier trabajador. Hay gente que pone toda su energía y su interés en sus fans, pero es cosa de ellos, yo no soy así. Nunca me interesó ser una leyenda: soy mortal, voy a morirme. No soy una celebridad, ninguna de esas cosas como de monarquía...Y si alguien no lo entiende, que dé un paso al costado y me deje en paz. Cosa que, por otra parte, es lo que siempre preferí.

Roque Casciero

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